lunes, 5 de septiembre de 2011

Pico del Alba (3.118 msnm) - Ski Touring

Llegando a la base del corredor (acceso a la cresta final) - Foto: Naxo Mazarredo

"Voy a hacer el Pico del Alba con esquís el viernes, ¿tendré problemas?" - "Tranqui, que te he visto bajar por la estación y bajas de puta madre" - "Gracias, pero lo que me preocupa es subir" (hablando con Narci, dos días antes)




El esquí de travesía (ski touring) consiste en subir y bajar una montaña -hasta ahí nada diferente al alpinismo- CON ESQUÍS. El tema de descender una pendiente con dos tablas bajo los pies, aunque en un plano muy lejano, era conocido por mí desde hace años. Después tuve la suerte de practicarlo y familiarizarme con el asunto; pero subir una montaña con esos mismos aparatos ya era otra cosa, aún más lejana y menos conocida. Se colocan unas "pieles de foca" debajo de cada esquí (antes se utilizaba la piel animal, pero ahora se emplean otros materiales) para que las tablas no deslicen hacia abajo, y se retiran al llegar al punto más alto, donde después se iniciará el descenso.














¿Una barrita? - ¡Venga! (Descanso para comer)

AHORA VIENE UNA EXPLICACIÓN TEDIOSA. Si tiene poco tiempo y concentración, yo pasaría al siguiente párrafo :)

Las botas de travesía, más livianas y flexibles que las de esquí de pista, se enganchan a una fijación que permite levantar el talón, e incluso regular el punto máximo de descenso del mismo, con el fin de simular la menor pendiente en cada paso. Así, mientras se sube, se va cambiando la posición del apoyo del talón; más alto o más bajo, dependiendo de lo empinado que sea el camino. Entre más pendiente, más se levanta la fijación. Este gesto puede ser muy aburridor, y sobre todo demorado, así que muchas veces dejamos la fijación alta y nos aguantamos algunos pasos en "puntas de pié" durante las zonas planas. Ahorramos tiempo, pero las primeras veces las ampollas nos mortifican con ganas. Bueno, por lo menos a mí.


Ascenso por la pala del Alba - Foto: Naxo Mazarredo

Nacho me recogió a las 7:00 am en casa. Eso, en pleno invierno, es madrugar, y no se imaginan CUÁNTO ME GUSTA. Conducimos (bueno, condujo él, mientras yo estaba todavía tratando de despertarme) hasta los Llanos del Hospital (1.700 msnm), caminamos 10 metros (una de las aproximaciones más largas de mi vida) y nos pusimos los esquís. Empezamos el recorrido por una zona plana, donde el movimiento de los esquís es muy poco natural y cuesta acostumbrarse. Después comenzamos el ascenso, haciendo zetas (zig-zag) hasta llegar a la base del corredor de acceso a la cresta final. Quitarse los esquís, clavarlos en la nieve para que nos esperen mientras hacemos la cresta y bajamos, ponerse crampones, un poco más de abrigo, coger el piolet y para arriba.


Corredor de acceso a la cresta (Foto - Naxo M.)

Combinar el esquí con el alpinismo es una sensación maravillosa. Empezamos el corredor de acceso a la cresta, que no se veía tan empinado como realmente era, pero que no precisaba el uso de cuerda ni seguros. La calidad de la nieve marca una diferencia GIGANTE en la dificultad de un descenso con esquís o un tramo de montaña andando. Ese día la nieve estaba muy buena, así que subimos el corredor y remontamos la cresta, sumamente interesante por sus pasos delicados y su belleza estética, hasta llegar a la cumbre. El primer tramo, aunque muy vertical, no era muy largo, y la dureza de la nieve permitía asentar muy bien los piés y clavar los piolets, así que subimos sin problemas. Después la cresta, con sus pasos de roca, andando con mucho cuidado y con el aliento contenido ante el paisaje tan espectacular: Todos los Pirineos, España y Francia unidas/separadas por una línea invisible; una de esas líneas de las que los alpinistas no entendemos. Después la cumbre, una foto, un abrazo y para abajo. Siempre es más fácil subir que bajar por líneas verticales, o al menos muy pendientes. Así que de cara a la montaña, como quien baja escaleras de construcción, paso a paso hasta llegar a los esquís.

Naxo en la cumbre mirando la zona que después bajaríamos esquiando


Cuando llegamos nuevamente a la base del corredor, donde dejamos previamente los esquís enterrados en la nieve, retiramos las pieles (pieles de foca) y ajustamos las fijaciones para el descenso. Ahora viene, para muchos, lo más interesante del esquí de travesía: El descenso. Después de un tiempo es cierto que se despierta un gusto por el ascenso, pero bajar esquiando -quizás por lo corto que es el momento, en comparación al resto de la actividad- es la parte que despierta más expectativa. La nieve estaba buenísima ese día y estábamos completamente solos, así que no pudimos haberla disfrutado más. Bajamos la pala del Alba, pasando por los Tubos de Paderna (estrechos y con una pendiente considerable, y donde nos divertimos un rato después de un par de caídas) hasta llegar prácticamente a la puerta del coche. 

En la cumbre con Naxo - "Compañía de lujo" como diría él

A Naxo no le gusta que lo graben cuando esquía, ni que le tomen fotos. Dice que prefiere evitar cualquier evidencia de su bajo nivel (que no es bajo, pero así es él). Yo, en cambio, soy un presumido y me encantan los videos y las fotos. Al fin y al cabo, si no fuera así, no podría compartir estas experiencias con todos ustedes. O bueno, podría, pero no nos engañemos, los textos son una tortura; en cambio las fotos....


Naxo en la base del corredor de acceso a la cresta (cambiando esquís por crampones)

La temporada de esquí no se ha terminado, y Naxo cada día extiende su estadía en el valle. El 13 de abril me voy a Chamonix, pero mientras tanto quedan muchas jornadas de "trave" (esquí de travesía - Ski touring), muchos días en pistas, tardes de rocódromo y noches de computador para contarles lo que pasa en el Pirineo.

viernes, 13 de mayo de 2011

Piolets d'Or - 2da Parte

Yo les propongo, en vez de saltarse párrafos para evitar el agobio de leer tan extenso texto, leerlo por partes. Digamos dos párrafos hoy, dos el próximo jueves, y así sucesivamente. Es que yo me siento más contento cuando leen todo el artículo :)

Courmayeur - Pueblo ubicado a los piés del Monte Blanco, en el Valle de Aosta (Italia)


Las actividades del segundo día de los Piolets d'Or se llevarían a cabo en Courmayeur, pueblo italiano a los pies del Monte Bianco (ya no estamos en Francia). La mañana sería para descanso y diversión. Los escaladores y periodistas responsables pasarían un tranquilo día de escalada deportiva cerca a Chamonix, y los irresponsables dormiríamos y trabajaríamos en nuestro artículo. A las 4:00pm salió el bus que atravesaría el túnel del Mont Blanc hasta llegar, en menos de una hora, a Italia. A las 6:00pm (o por ahí) tendría lugar la rueda de prensa con Doug Scott y los ganadores de esta última versión del premio. Después de haber pasado todo un día de entrevistas, presentaciones, preguntas del jurado, preguntas de la prensa, conversaciones de bar, y hasta haber bailado La Bamba hablando sobre los proyectos a futuro ¿Qué más les íbamos a preguntar?. Realmente asistimos a una presentación más, en la que el moderador hacía preguntas y nosotros, en el público, jugábamos a predecir la respuesta. Esta vez contrataron a un traductor, para que los japoneses no volvieran a decirnos que leyéramos la famosa revista. El moderador preguntaba en Italiano, una mujer de los más sonriente traducía al Inglés y un tipo de lo más innecesario se subía a la tarima a decirlo en Francés. Después los escaladores respondían en Inglés, la chica sonriente lo traducía al Italiano, y el mismo sapo volvía a saltar con su Francés. Como una hora para enterarnos de que el vino tinto es para los japoneses lo más interesante de Occidente, que Doug Scott se sentía muy honrado de recibir el premio, y que los Alpes son muy bonitos. Mentiras, estoy exagerando un poco, entre tanta traducción alcanzaron a salir un par de preguntas interesantes. Colin Haley (para que vean quién estaba haciendo las preguntas), uno de los nominados a los premios, le preguntó a Doug Scott cuál era su mayor preocupación con respecto al futuro del alpinismo. Y es que claro, ahora está muy de moda decir que el alpinismo ha muerto y blah blah. Scott respondió: "Ninguna. Yo creo que todo está bien". Apague y vámonos.

Olivier Favresse, Bob Shepton, Jumbo y Nico Favresse (Courmayeur)

Antes de empezar todo, sin embargo, tuvimos la única y exclusiva oportunidad de escuchar, POR DÉCIMO TERCERA VEZ, a los belgas tocando sus instrumentos. Por favor, que quede claro que la música es fantástica, y los únicos que se cansaban eran ellos. Los guías de Courmayeur, acompañados por hermosas mujeres (no todas ellas, pero bueno...), hicieron un desfile con música y trajes típicos de la región. Ellos con su tradicional traje de guías, y ellas con un vestido que le quitaba el encanto a la mejor chaqueta Mammut de Gore-Tex. Lo mejor del día, si no hubiera sido por Bonatti, que afortunadamente no estaba disfrazado de nada, y cuya aparición llegará al final de la jornada. Salimos de la "Rueda de Prensa" y caminamos (se suponía que era un desfile, pero duró cinco calles y menos de cinco minutos) hasta llegar a un hotel; aunque debería decir 'hasta llegar a EL HOTEL' (www.hotelroyalegolf.com, para el que no me crea). Durante el concierto de los belgas conocí a una argentina (Gabriela) que estaba paseando por Europa, y que trabaja en El Chaltén (Patagonia) así que conocía a la mayoría de nominados al premio y demás escaladores presentes. Cuando llegamos al final del desfile, justo en frente del maravilloso hotel, Gabi sonrió y dijo: "Bueno, hasta aquí llegamos nosotros, porque esto es como muy vip". ¿Nosotros? Dirás "Hasta aquí llegué yo", porque LA PRENSA (o sea yo) seguramente es bienvenida. Al final entramos todos (ella, Alejandra y yo). Confieso que no estaba seguro de ser bienvenido, pero después de unos minutos vi a un par de periodistas caminando con toda la propiedad del mundo por el salón, así que me colgué mi escarapela al cuello y adiós angustias. A disfrutar el banquete.


Guías de Courmayeur con su vestimenta tradicional
Gabi y Alejandra habían conversado un rato ese día, mientras yo jugaba al periodista en la rueda de prensa, y estuvieron hablando toda esa tarde, mientras yo iba por comida (vino, queso, risotto, postres, más queso, y cualquier cantidad de platos diferentes), hablaba con un guía, un escalador, una mesera, un periodista, y volvía por más comida. Alejandra no se puede quejar de nada. La niña se va un fin de semana a Chamonix a verse conmigo, y termina siendo el centro de atención de una fiesta con los mejores escaladores del mundo, y una invitada VIP a un banquete de proporciones descomunales (eso de las proporciones, cuando uno está acostumbrado a comer pasta con atún por semanas en una carpa, no debe ser muy objetivo, pero les juro que el buffete era una verdadera maravilla). Si la noche anterior ella me había hecho quedar como el más Don Juan, ese día yo estaba quedando -gracias a la organización del evento y mi bendita acreditación de prensa- como un partidazo. Durante un par de horas hablé con algunos de los guías de "La Compañía de Guías de Courmayeur", algo así como una asociación de guías locales. El primero de los entrevistados, encantado con mi cámara y credencial de periodista, se erguía orgulloso cuando le pregunté si podía hacerle un par de preguntas. Primera: "¿Cuál es la historia del traje de guías, y del traje de las chicas?" - "Pues no tengo ni idea". Joder, y entonces por qué tanta sonrisa. El segundo intento contó con más suerte, pero la historia no es nada del otro mundo. Un dato curioso, que le debo a la amable Katie Moore (encargada de temas de prensa del evento), es que los guías de Chamonix sólo visten su traje típico en los funerales. A ver si a alguien se le va a ocurrir decir: "Ayy, tan chévere que sería verte con tu traje puesto". Edmond me contaba que él pertenecía a la cuarta generación de guías de su familia, y su hijo -que iba corriendo por todo el recinto con una cara de futuro odontólogo completamente indiferente al alpinismo- podría convertirse en la quinta. "Todo dependerá de él", decía con tono de padre moderno.



Max Belleville (difunto miembro del equipo francés - Lunag)
Satisfecho con la impresión que me había llevado de los guías (gracias a Edmond, obviamente), fui por otra cerveza (eran muchas, gratis, buenas, estaban frías y te las servían como a un señor) y un guía que tenía el mismo plan se acercó a saludarme. Hablamos de un tipo de alpinismo más al alcance de mis posibilidades (¡Por fin!). Le conté sobre las rutas que pensaba escalar los días siguientes, me habló sobre sus últimos ascensos en esas zonas y las condiciones que había encontrado. Me contó sobre sus escaladas y sobre el trágico accidente de uno de los integrantes del equipo francés nominado a los Piolets d'Or de este año (se cayó esquiando en una de las grietas del Valle Blanco). Hablamos también de una película de esquí que se grabó en Canadá hace unos años, ya que hace poco conocí a uno de sus protagonistas, y le conté sobre la muerte de uno de los integrantes del equipo. Una conversación light, por fin, con un escalador (ahora que reviso lo que he escrito, no puedo creer lo extraño que suena llamar "light" a una charla en la que hablamos de dos o tres muertos, pero ésa fue mi sensación, así que no lo borraré). En esto de la montaña aprendes que, aún teniendo claro el tema de la prudencia y la seguridad, puedes morir en cualquier momento, pero el riesgo es similar al riesgo de fractura en un partido de fútbol. Las probabilidades son mínimas, pero claro ... En cualquier momento puede pasar. El caso es que el miedo se va de a poco, y cada vez arriesgas más. La mayoría de los jugadores de fútbol nunca se fracturan, y la mayoría de los alpinistas no mueren en accidentes de montaña. Y aunque aún queda (parece un trabalenguas o palabras de un dialecto africano: "aunqueaunqueda") mucho miedo por irse, el tema no es un tabú. Además hablamos de otras cosas, como las cervezas que podíamos escoger para tomar. Después volvía cinco minutos con Alejandra y Gabriela, iba por más comida, conversaba con un par de personas, y de nuevo con ellas (las cervezas). Conversé un rato con Olivier Favresse acerca de la forma en que el concepto de "comodidad" cambia cuando viajas para escalar, y de lo maravillosa que termina siendo una furgoneta. Jumbo (uno de los japoneses ganadores del Piolet d'Or) me pidió que le mostrara fotos de El Cocuy, y fuimos a una sala junto a la recepción del hotel para encender el computador y buscar información al respecto. Le gustó, pero estaba muy inquieto por la calidad de la roca, que aunque no sea el Cervino, no es siempre de la mejor calidad. La pared del Ritacuba Blanco es interesante, sí, y mucho, pero tampoco vamos a decir que son las Torres del Trango. Si decide no ir, puede que sea por la pésima selección de fotos que decidí enseñarle. Cuando llegue a Colombia intentaré armar una propuesta más atractiva y envíarsela. Salí un momento al salón principal, para sacar el disco duro de mi maleta, y ¡oh sorpresa! Ni un alma. "Jumbo, my friend, we've got to run" ¿Pero a quién se le ocurre decirle eso a semejante pedazo de alpinista? ¡¡¡¡¡JUUUUMBOOOOOOO, ESPÉREEEEMEEEEEEEEEEE!!!!!!!!!

Yasushi Okada, Katsutaka Yokoyama (Jumbo), Kay Rush (presentadora) y Greg Child (presidente del jurado)

Después de preguntarle a algunas personas pudimos llegar al sitio donde se estaba llevando a cabo la presentación. Los españoles hablan Inglés, aunque no tienen ni idea; los franceses sí tienen idea, pero no se les da la gana; y los italianos ni saben, ni les interesa, así que no lo intentan. Afortunadamente el Italiano es un poco parecido al Español, o no habríamos llegado nunca. De todas formas yo no estaba muy preocupado. A mí no me buscaría nadie (Alejandra estaba más feliz que los ganadores entre tanto alpinista), pero a él no lo dejarían botado. Llegamos, nos sentamos, y empezó el evento. Presentación de las rutas, presentación del homenaje a Doug Scott (no les voy a mentir, toda esa parte me la dormí), entrega del premio y, YYYYYYYYYYY... Palabras de Walter Bonatti. Otra vez Bonatti. Sí, sí, espectacular el buffete, y los vestidos de las "courmayerenses", y la siesta durante el homenaje a Doug Scott. Todo muy bonito, pero ver a Bonatti volvía a ser el mejor momento del día. De repente veo a todos los periodistas dirigirse a la primera fila, en el suelo junto a la tarima, para tomar las respectivas fotos. Es como cuando se acaba el día en el colegio y todos salen del salón ¿qué más vas a hacer, si no salir corriendo también? Pues cogí mi cámara, me senté junto a ellos, y a mirar por el visor. Justo detrás mío estaba la esposa de Bonatti, Rossana Podestà. Cuando se acabó la ceremonia, Bonatti bajó con ella pero seguía conversando con varias personas. Rossana le dijo: "Walter, nos vamos", y Mr. Bonatti, el mejor alpinista de todos los tiempos, hizo un gesto de "muchachos, ya saben cómo funciona con las mujeres", se despidió y se fue, como cualquier otro "EL" (EL mejor tenista, EL mejor dentista, EL mejor estilista -ah, no, este último no-). Menos mal Alejandra estaba contenta con tanto tipo, o si no me habría dicho "Mr. Pardo, nos vamos", y yo, que ni siquiera soy el mejor de nada, pues me hubiera perdido la fiesta.


Doug Scott y Walter Bonatti en Courmayeur
Esa noche (16 de abril de 2011) se jugaría el primero de los cuatro "Partidos del Siglo" que se disputarían en tres semanas: Barcelona vs Real Madrid. Yo llevaba un buen tiempo (justo desde que me desperté en el escenario, hasta ese momento, o sea casi una hora) nervioso pensando en el partido. Ya había asumido que me lo perdería (me perdería también la final de la copa del rey de la semana siguiente, por estar escalando con Julio), pero quería por lo menos conocer el resultado. "Vamos a la celebración", nos dijeron. ¿Más? Pero si estuvimos celebrando toda la tarde. O bueno, por lo menos yo. Caminamos sólo un par de calles y entramos a una casa. En la entrada, los anfitriones nos daban la bienvenida uno por uno, con apretón de mano (ellos) y besos (ellas). - Montesano (no sé qué), mucho gusto, bienvenido - Gracias. -Pepita Pérez (la esposa de Montesano, seguramente), mucho gusto, bienveido - Gracias. Walter Bonatti, mucho gusto, bienvenido. No me quiero ni imaginar la cara de niña adolescente en concierto que le debí haber hecho, porque se quedó mirándome extrañado y repitió: "Bienvenido". Alejandra me empujó un poco (afortunadamente), y yo le di la mano y seguí moviéndome para saludar a su esposa. Ella me dijo lo mismo (¿qué más me iba a decir? ¿El resultado del partido?). Yo le respondí, sin poder ocultar la emoción y la euforia que me había producido el apretón de manos con Bonatti, haciendo una sonrisa de modelo de Disney, "Nice to meet you, very nice to meet you". Se quedó mirándome con expresión de tía buena gente y me dijo: "Of course, I'm Walter Bonatti's wife". Yo le dije que era mucho más que eso, pero los dos sabíamos que era una mentirota. A mí lo único que me importaba era su marido.

El dueño de la casa es un médico, muy amigo de Bonatti, que trabaja en un instituto de oncología en Lyon. Yo, que sufría por estarme perdiendo el primer round de los cuatro clásicos, no podía creer que estuviera en una celebración donde uno de los anfitriones era Walter Bonatti. Ya nadie tenía de qué hablar, pero seguíamos hablando. Esta vez estuvimos la mayoría del tiempo con Heinrich, el encargado de prensa de un festival de montaña al que asistí el año pasado en Sudtirol (Italia), quien había vivido algunos meses en Sevilla y estaba contento practicando Español conmigo y con Alejandra (bueno, con Alejandra, porque todas las veces anteriores habíamos hablado Inglés). El festival se llama IMS (International Mountain Summit) y reúne a un gran número de reconocidos alpinistas durante una semana, en un evento con un nivel de organización alucinante, y un presupuesto altísimo. En el mismo salón de 80 metros cuadrados, vi al mismo tiempo a Reinhold Messner (capullo integral), Silvio Mondinelli, Hans Kammerlander, Mick Fowler, Alex Huber, Jerry Moffat, Stephen Venables, Oh Eun-Sun, Nives Meroi, Simone Moro, Denis Urubko, Krzysztof Wielicki, Kurt Diemberger, Alessandro Gogna, Steve House, Manuel Pardo (¡ay!) y muchos otros un poco menos famosos. Ustedes estarán pensando en la cantidad de historia y talento reunido en ese sitio. Pero yo, que formo parte de la organización de un festival y sé lo que significa traer A UNO DE ESOS, sólo podía pensar en la absurda cantidad de dinero que se habrían tenido que gastar para tener a todas esas "estrellitas" ahí metidas. Calculen que cada uno cobra aproximadamente 4.000 EUR por presentación (sin contar a dios Messner que cobra más de 10.000 EUR, y eso, si se le da la gana ir). Pero bueno, esa es otra historia, de la que hablaré otro día.


La famosa foto fantasma con Bonatti (tomada por Alejandra en Chamonix)
Volviendo a la casa de Montesano en Courmayeur, llegó un momento en que no quería desaprovechar la oportunidad y decidí ir a hablar con Bonatti. Fui hasta la sala y lo vi hablando con alguien, así que me acerqué primero a su esposa, pues no quería molestarlo y además siempre me va mejor con las mujeres (afortunadamente). Por otro lado, él no habla Inglés y ella sí. Le dije que no quería incomodar a su marido, pero que me gustaría mucho poder compartirle algunas cosas y tal vez una carta sería una buena opción. Ella, que es casi tan simpática como él, sonrío y me dijo que me daría su dirección, pero que por favor no la compartiera con nadie (así que olvídense de pedírmela). Pidió un esfero y la anotó en mi libreta. Eso era lo más cerca que estaría de Bonatti, y no podía sentirme más afortunado. Cuando me preparaba para guardar la libreta y despedirme, me preguntó por mí ¿de dónde era? ¿qué estaba haciendo allá?. Hablamos un rato sobre mí, sobre Bonatti, sobre Colombia (uno de sus nietos está viviendo allá en este momento). Le conté sobre la vez que conocí a Messner, la poca admiración que siento por él y la indignación que me produce ver que se hagan comparaciones entre ellos. Ella me decía: "Messner es más del dinero; Walter es más del espíritu". Pues señores y señoras, el reconocido empresario ganador de varios premios por su habilidad en los negocios (Reinhold Messner), no tendría mucho que decir, aunque allí estuviera, ante tan clara y certera declaración. En ese momento anunciaron que el bus (para los escaladores y la prensa) saldría hacia Chamonix dentro de 10 minutos. Seguí conversando con la esposa de Bonatti, que me preguntó si hablaba Español. Le dije que sí, ella sonrío como con alegría y se levantó de la silla: "Ven, hablemos con Walter, él habla Español", y continuó "Mira Walter, es un chico de Colombia". Yo seguía tratando de luchar contra mi cara de fan emocionado, mientras le hablaba de Kraus y las montañas colombianas. Él me decía que había visitado el país en un par de ocasiones, pero que no había escalado. Para los que no sepan, Bonatti abandonó el alpinismo antes de cumplir los 40 años y se dedicó al periodismo, haciendo reportajes por todo el mundo. Yo, que había luchado por unos casi eternos diez minutos, terminé sucumbiendo ante el incontenible impulso de decirle cuánto lo admiraba y respetaba. Él, con su sonrisa y sencillez, me dio la mano, agradeció con un gesto muy diplomático y me dijo: "Arrivederci", como diciéndome: "Vale, gracias, hasta luego, y ya no moleste". Yo, que no entendía (¿estamos hablando Español y me sale con un "arrivederci"?), seguí hablándole por unos 10 segundos hasta que él, con la misma sonrisa, me interrumpió con el mismo "arrivederci, hasta la próxima, que vaya muy bien". Arrivederci Bonatti, ha sido un placer; un inmenso placer. El bus ya se había ido, pero a quién le importaba. Por esos 30 minutos de conversación con ellos dos habría cruzado el Mont Blanc hasta llegar al otro lado.

La famosa Alejandra (que según ella ha salido muy poco favorecida de este blog) y yo - Chamonix

Volvimos a Chamonix en el carro de uno de los organizadores del evento. Un minuto de internet para ver el resultado del partido y saludar a mi padre por su cumpleaños, y a la cama. Volvería cada vez que fuera necesario, sólo para poder compartir unas palabras con él. Si se repite lo del buffete, mejor aún. Alejandra estará, sin duda, encantada de volver.


El próximo artículo va sobre lo que escalamos con Julio en Chamonix. Arrivederci.

sábado, 30 de abril de 2011

Piolets d'Or - Chamonix

"El alpinista y el que vive de esta pasión, lo que debe hacer es buscar cosas un poco distintas. Rutas nuevas en las que se aspire a encontrar la máxima dificultad" Erhard Loretan (Suiza, 28 de abril de 1959 - 28 de abril de 2011).


Hace pocos días murió Erhard Loretan, un alpinista suizo que siempre defendió la creatividad y la búsqueda de la máxima dificultad en el alpinismo. La muerte de los famosos suele afectarme poco o nada, pues para mí siempre han estado, de alguna forma, muertos. Conocí a Loretan por los libros y los artículos de internet, pero nunca lo conocí a él, ni a John Lennon ni a Mario Benedetti. Pero la prensa hace bombo y la noticia recorre el mundo, así que los que sabemos algo de él repasamos su vida y sus logros en el mundo del alpinismo. Y ahí es cuando la muerte de un famoso, en este caso de un "grande", nos sirve para rememorar lo bueno que hizo y seguir su ejemplo. Fue el tercer ser humano en alcanzar la cumbre de las 14 montañas más altas del mundo, pero también fue muchas otras cosas que debemos recordar hoy si queremos hablar del alpinismo en la actualidad, y es que Loretan fue un incansable defensor del más puro estilo alpino: Subir rápido y ligero, buscando una línea nueva y la máxima dificultad. En sus últimos años aseguró que la creatividad se había perdido, y miles de personas en el campamento base del Everest (y en muchos otros lugares) le dan la razón. Pero existe una idea, un premio, una distinción que ha buscado defender el verdadero espíritu del alpinismo, y reconocer el esfuerzo de aquellos que se empeñan en no dejar morir el estilo alpino que Erhard Loretan conoció y practicó: Les Piolets d'Or (Los Piolets de Oro), celebrados actualmente en Chamonix-Mont Blanc, la cuna y capital del alpinismo mundial.



Nueva versión del Piolet d'Or - 2011
Julio viajaba desde Colombia para que escaláramos juntos en los Alpes. Los días inmediatamente anteriores a su llegada se celebraría en Chamonix la decimonovena versión de los Piolets d'Or, así que programé mi viaje para llegar un poco antes y asistir al evento. Cuando leí por primera vez sobre el premio, hace unos cuatro años, soñaba con asistir algún día y poder ver a lo lejos a los alpinistas nominados, y quizá perdirles un autógrafo o tomarles una foto si se presentaba la posibilidad. Este año lo podría hacer, y estaba emocionado.


Unos días después, mirando las noticias que publicaban en la página oficial del evento, vi que una ruta escalada en Colombia, por un equipo del que hacía parte un escalador colombiano (Fernando González Rubio), había sido seleccionada como una de las 53 ascensiones más significativas del 2010. ¿Colombia? ¿En serio? Ya era la segunda sorpresa que me llevaba con esta ruta. En agosto del año pasado compré una revista de montaña en Turín, y en la portada me encontré con una foto del Cocuy. La misma reacción ¿Colombia? ¿En serio? ¿Qué hace el Cocuy en una revista italiana? Era la misma ruta, abierta por dos italianos, un venezolano y un colombiano. Hablé con algunos amigos en Colombia, y nadie sabía de la nominación. "Hernán, ¿sabías que la ruta de Fernando está dentro de la lista de mejores ascensiones de los Piolets d'Or?" - Ni idea. Qué bueno. ¿Será que Fernando sabe? Ya lo llamo". Cuando Hernán lo llamó, Fernando no sabía nada, y ya pueden imaginarse la sorpresa y la alegría. A los pocos minutos me escribió un correo, con sus típicas palabras: "Recuerde que es un logro colombiano, y espero que así lo sientan los escaladores". Y así lo sentí yo, que al ver ese correo decidí escribir a la organización del evento y asistir como representante de la FECDME (Federación Colombiana de Deportes de Montaña y Escalada).

Tierra de Cóndores - Ritacuba Blanco (Sierra Nevada del Cocuy, Colombia) - Foto: Expedición

Efectivamente es una buena noticia para todos en Colombia, como dice muy políticamente Fernando. En nuestro país se pueden hacer cosas nuevas, MUCHAS, y son valoradas a nivel mundial por su nivel de dificultad y sentido de exploración de nuevos lugares. Y con eso de exploración no me refiero a los italianos y suizos que vienen a escalar a un rincón alejado del mundo, como es Colombia para el mundo del alpinismo. Me refiero a los millones y millones de colombianos que no tienen ni idea de que existen montañas nevadas en el país, o que aún sabiéndolo no se interesan por visitarlas. Y también me refiero a los cientos de escaladores que van cada día a los gimnasios de escalada de las ciudades, y no cogen un bus para treparse en semejantes paredones que tenemos a nuestro alcance, y que les darían más emociones que ochocientas tardes de rocódromo. Era una oportunidad única para mostrar el potencial que tiene Colombia en este tema, compartir con todos los escaladores del país las mejores ascensiones que se están realizando en el mundo y, SOBRE TODO, enseñar el estilo de alpinismo que, a mi juicio, debemos seguir. Somos ignorantes, y llevamos un buen tiempo comprando el primer concepto de alpinismo que nos venden, así que esta era la oportunidad perfecta para decirles a todos que no se trata sólo de montañas de más de ocho mil metros por las rutas de siempre. No somos una potencia mundial en economía, ni en fútbol, ni en alpinismo. Pero que no seamos los mejores no significa que no podamos serlo, Y TAMPOCO justifica que nos inventemos un límite al que denominemos "el alto nivel del alpinismo en Colombia" y lo vendamos como si fuera el Milan de Sacchi. Además, uno de nosotros sí está entre los mejores del mundo, y eso significa que está haciendo algo bien. Por eso valía la pena sacar toda la información posible del evento, y compartirla en Colombia. Así que envié la solicitud y me dieron la acreditación de prensa. Adelanté un poco más el viaje, y allá estuve.


Llegué de Barcelona a Ginebra el jueves por la noche. De ahí una hora y cuarto hasta Chamonix, y a preparar toda la información para el día siguiente. Esto de ser "periodista" de un momento para otro me causaba mucha emoción y algo de nervios. ¿Qué se supone que debo decir, preguntar, hacer? Antes de viajar le pedí a Martín, un amigo fotógrafo, que me prestara una de sus cámaras para parecer un poco más profesional. Las fotos salieron terriblemente mal, pero podía pararme con mis "colegas" en frente de todo el mundo a fotografiar la tarima. Por lo menos estaba en primera fila. Debo confesar que muchas veces estuve ahí sentado con los fotógrafos, incluso mirando por el lente de la cámara, sin tomar una sola foto (ya se había acabado la tarjeta, o la batería). Incluso recuerdo que tuve que darle la cámara a Katie, la encargada de todos los temas de prensa, para que me ayudara a pasar las fotos a una memoria o un CD, pues yo no había podido. No quiero ni imaginar lo que pudo pensar cuando abrió la carpeta y vio el desastre de fotos que había tomado. Habrá dicho: "Vaya calidad de periodista".

Gite La Montagne - Todo lo que sea Gite queda lejos
El viernes me levanté temprano. Ese día en la mañana los seis nominados presentarían sus expediciones al jurado y a la prensa (¡O sea a mí!). Salí de la gite (nombre francés para "albergue" o "casa de campo", y efectivamente está en el campo, porque me tomó casi media hora llegar al centro del pueblo, y estamos hablando de un pueblo minúsculo) y llegué un poco tarde. Qué vergüenza, ellos exponiendo sus rutas para mí, y yo comprando quiches y panes por el camino. Si algo tiene Francia mejor que cualquier otro país (excepto Italia), es su comida. Ellos dirán que tienen otros diez millones de cosas más, pero como a mí no me caen bien, pues voy a limitarme a alabar su comida y ya. Los Alpes también son muy bonitos, pero los tienen también Suiza, Austria, Italia, etc. Y las francesas .... Mejor sigo con los Piolets de Oro. Llegué tarde, pero no tan tarde, y me perdí sólo una presentación, la del Mt. Edgar en China. Recogí mi kit de prensa (que, entre otras cosas, tenía un mosquetón de seguridad Simond con la marca de los Piolets d'Or 2011, y que ahora pertenece a Julio) y me senté en la sala donde empezaría en pocos instantes la presentación de la apertura de nuevas rutas de Big Wall en Groenlandia.

Big Walls Groenlandia

El tema funciona más o menos así: La organización del evento realiza, junto con algunos colaboradores como el American Alpine Journal -que es la principal fuente de referencia en el tema de nuevas rutas abiertas en todo el mundo-, una lista de ascensiones llevadas a cabo el año anterior, que cumplan los criterios previamente establecidos (una ruta nueva, con un nivel de dificultad alto, realizada en estilo alpino, con originalidad tanto en la escalada y la aproximación, como en la parte de selección del lugar, haciendo énfasis en el sentido de exploración de la expedición, y algunos más). Este año fueron 53 las ascensiones pre-seleccionadas, de las cuales salieron seis finalistas. La organización escoge un jurado, conformado por alpinistas y periodistas, que será el encargado de elegir el (o los) ganador/es. A continuación verán las rutas nominadas y los integrantes del jurado.




Ganadores del Piolet d'Or 2011, junto a los alcaldes de Chamonix y Courmayeur

RUTAS NOMINADAS

- Cara Sur-Este del Monte Foraker en Alaska (Colin Haley – EEUU, y Bjorn-Eivind Artun – Noruega)
- Cara Sur-Este del Monte Logan en Canadá (Yasushi Okada y Katsutaka Yokoyama – Japón – Este último nominado al Piolet d’Or en el 2009 por sus tres ascensiones de gran dificultad al Denali)
- Cara oeste del Vasuki Parbat en India (Malcolm Bass y Paul Figg)
- Cara Sur-Este del Lunag I en Nepal (Max Belleville, Mathieu Détrie, Mathieu Maynadier and Sébastien Ratel - Francia)
- Cara Este del Monte Edgar en China (Kyle Dempster – EEUU – y Bruce Normard – Escocia – Ganadores del Piolet d'Or el año pasado por su ascenso a la cara norte del Xuelian West)
- Nuevas vías de Big Wall en Groenlandia (Ben Ditto – EEUU – y los belgas Nicolas y Olivier Favresse, y Sean Villanueva, acompañados por el capitán de barco Bob Shepton -Escocia-)





Jurado Piolets d'Or 2011
JURADO    (de izquierda a derecha)

- Greg Child: Presidente del jurado. Reconocido alpinista australiano.
- Yannick Graziani: Alpinista francés
Enrico Rosso: Alpinista italiano
- Simon Anthamatten: Alpinista suizo, ganador del Piolet d'Or en 2009 por su ascenso a la cara norte del Tengkampoche (6.500 m, Népal)
- Michael Pause: Periodista alemán
- Hiroshi Hagiwara: Periodista japonés




Poder asistir a esa presentación fue una de las cosas más interesantes de la experiencia. Los escaladores explicaban su expedición con todos los detalles técnicos que uno, como alpinista, quisiera escuchar. Costos, equipo utilizado, dificultad de las rutas, medios de comunicación, calidad de la roca y el hielo, estados de ánimo durante el ascenso, comodidad de los vivacs, etc. En una sala pequeña, estaban los mejores escaladores del mundo contando su historia a unos pocos afortunados, entre los que estaba yo. Me sentía muy contento. De repente se sienta al lado Doug Scott, alpinista británico que recibiría este año el premio que la organización entrega desde el 2009 a los escaladores que han hecho un gran aporte al alpinismo, reconociendo así toda una vida dedicada al mundo de la montaña. "¿Puedo?" (¿que si puede? Claro que puede. Es más, por favor siéntese ahí, y quédese todo el día.) "Sí, por supuesto. El asiento está libre". Recuerdo que saqué la cámara que Martín me había prestado, la puse en modo automático y tomé la primera foto, ufanándome de mi poderoso aparato profesional. El flash saltó y varias personas voltearon a mirar. Ya era el novato de la prensa. Cuando llegue a Barcelona le pediré a mi amigo que me enseñe a utilizar una cámara de ésas.


Expedición Big Walls Groenlandia
Olivier y Nicolas Favresse, Ben Ditto, Sean Villanueva y Bob Shepton


Escalando desde el bote capitaneado por Bob Shepton (75 años - Escocia)
La presentación de los Big Walls abiertos en Groenlandia fue espectacular. Las fotos, por un lado, eran buenísimas. Una buena lección es incluir siempre un buen fotógrafo en cualquier equipo. Además estos tipos escalan por pura diversión. A diferencia de las otras rutas, ellos no reflejaban el nivel extremo de compromiso que se evidencia en las nuevas aperturas de estilo alpino en lugares remotos y difíciles, pues un hipotético rescate no tardaría mucho en llegar, y las condiciones climáticas eran favorables y estables. Ellos estaban divirtiéndose, pero vaya manera de hacerlo: Más de 6.000 metros de paredes nunca antes escaladas, sin taladrar una sola vez la roca para asegurarse, con dificultades de hasta 7c y realizando las aproximaciones en el barco en el que cruzarían después el atlántico hasta llegar a Escocia, tras dos meses de escalada en la zona oeste y sur de Groenlandia. La presentación, como ya dije, fue muy divertida. Además de buenas fotos y buenos comentarios, el equipo belga-americano sacó los instrumentos musicales que lleva a todos sus viajes y nos tocó un par de canciones. El último día del evento, hablando con Olivier Favresse (uno de los belgas), me decía que ya estaba terriblemente mamado de tocar la misma canción trescientas veces. Hasta el chocolate más rico se vuelve empalagoso, y estos tipos lamentaron no haber botado sus instrumentos en medio del Atlántico. 


Katsutaka Yokoyama y Yasushi Okada
La presentación de los japoneses también fue muy interesante. Eran dos. Se pararon frente a todos nosotros, uno completamente callado y serio, y el otro más sociable y dispuesto a hablar. Este último, con la maravillosa humildad de los japoneses, se dirige a nosotros y dice: "Esta presentación no será como las otras, porque nuestro nivel de inglés es muy malo. La mejor forma de que se enteren sobre nuestra expedición es que lean el próximo número de 'The Alpinist' (reconocida revista de montaña de EEUU), donde encontrarán un extenso artículo traducido del Japonés". Después contaron un par de cosas, repitiendo siempre, entre frase y frase, "weather not good, not good". Tremenda ruta que se hicieron este par, y lo contaban con una sencillez aterradora. Doug Scott dijo, cuando le preguntaron acerca de esta expedición, que había sido realizada "en un lugar muy remoto y aislado, en el más puro y perfecto estilo alpino". Yo les recomiendo a todos que lean The Alpinist. La escalada fue asombrosa.


I-TO (Conexión) Nueva ruta japonesa en la cara sur del Mt. Logan en Canadá (Katsutaka Yokoyama y Yasushi Okada)

Alejandra, una niña que conocí en Bogotá (estudió con el hermano de uno de mis amigos), está viviendo en Lyon y fue ese fin de semana a Chamonix. Llegó el viernes en la noche, justo antes de comenzar la gala de entrega del premio. Lo primero que me preguntó fue: "¿Qué carajos es eso del estilo alpino que mencionan cada tres minutos?". Me imagino que la pregunta también ha pasado por la cabeza de muchos de los que están leyendo esto. El estilo alpino es una forma de subir montañas cargando siempre TODO el equipo en la maleta, subiendo de la forma más rápida y ligera posible, sin ayudarse de cuerdas que se fijan a la montaña como si fueran barandas de una escalera, ni otras mil estrategias de empresa que requieren la colaboración de otras personas y mucho más equipo del que uno podría cargar en una mochila. Alejandra nunca entendió muy bien lo del estilo alpino, pero lo que sí entendió fue el poder que tiene una mujer en un círculo de gente dedicada al alpinismo, o cualquier otro deporte practicado principalmente por hombres . En la fiesta de esa noche, los nominados, el jurado, los organizadores, TODOS le hablaban y me pedían permiso para sacarla a bailar. La he visto dos veces en mi vida, y no somos más que simples conocidos, pero en Chamonix me hizo quedar como el más "matador" de todos. Obviamente salimos de ahí y ni me miraba. Después de tanto alpinista y periodista famoso, yo era un muisca sin atractivo. Pero bueno, al otro día todos me conocían, me hablaban y me miraban como si fuera el más Don Juan. Además esa noche no pagué una sola cerveza. La visita de Alejandra fue clave, pero mejor volvamos (otra vez) a los Piolets d'Or.


Los japoneses y Simon Anthamatten con su traje tradicional de guía suizo


Esa tarde el jurado decidió qué expedición se llevaría el premio, y a las 5:00 PM se hizo una reunión con la prensa para comunicar por adelantado el ganador. Mientras Greg Child, presidente del jurado, nos compartía la decisión que habían tomado, yo saqué la cámara que no sé usar y tomé algunas fotos para que me creyeran lo que estaba viviendo. Yo, el mismo que hace varios años soñaba con asistir al evento así fuera en la última silla del escenario, estaba en un cuarto con otras 15 personas recibiendo tremenda noticia "de primera mano". Era muy emotivo, pero yo tenía que hacerme el profesional, así que ponía mi cara de periodista y asentía con la cabeza. Greg Child confirmó lo que muchos pensábamos: "El premio es para los japoneses". Pero ellos no serían los únicos ganadores, pues la expedición de Big Walls en Groenlandia también recibiría el Piolet d'Or 2011. Algo de sorpresa por este último, pero muy bien recibida la noticia, pues el hecho de no haber puesto ni un solo bolt, haber cruzado el atlántico, escalado por dos meses más de 5.000 metros de paredes "vírgenes" y abrir una ruta de 7c de 1.5 veces el tamaño de la norte del Eiger, merecía el respeto de todos.


Greg Child anunciando los ganadores a la prensa
Hasta ese momento no había entendido para qué nos decían quién sería el ganador. Muy rico sentirse así de VIP, ¿pero cuál era la finalidad?. El organizador del evento nos pidió que no difundiéramos la información antes de que se hiciera pública en la ceremonia, y que nos limitáramos a utilizarla para dejar listos los artículos que publicaríamos esa misma noche. ¿ESA MISMA NOCHE? Pero si yo ni siquiera había empezado a escribir el mío. Cuando todos se fueron me senté en frente del computador, abrí Word y empecé a escribir. Pensé que debía haber un software "súper-especial" para ese tipo de cosas, pero no lo tenía y no podía perder tiempo (debía tener algo listo para esa noche). Creo que no alcancé ni a poner el título y ya estaba metido en facebook diciéndole a Luis Pardo (escalador colombiano que había apostado por otro nominado) que yo tenía razón con respecto a los japoneses. No le aposté los $100 dólares que él había propuesto, sino que me limité a decirle que no estaba de acuerdo, así que tenía que exprimir al máximo la sensación de placer que produce tener la razón. Quería hacer un buen artículo, así que cogí toda la información que nos habían dado y empecé a leerla. Me leí toda la historia de Chamonix y Courmayeur (ambos pueblos están en la base del Mont Blanc, pero Chamonix está en Francia y Courmayeur en Italia, al otro lado del túnel que pasa por debajo de la cumbre), la historia del evento, las rutas y la biografía de los nominados, y de repente ya eran las 9:00 PM y la ceremonia iba a comenzar. Todo el mundo listo, la sala completamente llena, los periodistas alistando sus mega cámara y yo viendo como mi artículo seguía teniendo solamente el título.


"Los Belgas", Ben Ditto y Bob Shepton, ganadores del Piolet d'Or 2011
Entré a la sala donde se llevaría a cabo la premiación y ahí me encontré con Alejandra. Vimos juntos todas las presentaciones (un poco aburridas, después de haber estado en las exposiciones de la mañana, ya que en la noche sólo se presentan unos videos, pero los escaladores no exponen las rutas) y la entrega de los premios. Yo estaba sentado en frente de la tarima, delante de la primera fila, tomándoles fotos (bueno, moviendo el lente de la cámara y rezando para que no se disparara el flash) a los ganadores, cuando escucho que invitan a Walter Bonatti al frente. "¿Qué? ¿Walter Bonatti?" Yo quería botar la cámara y abrazarlo, y secuestrarlo y llevármelo para Colombia (para que diera una conferencia en el Festival, y después si lo soltaría). Walter Bonatti es el MessiMaradonaPeléPibeValderrama del alpinismo. El año pasado estuve intentando contactarlo por meses, e incluso viajé hasta Italia para ver si tenía mejor suerte, pero todos me decían, con la misma cara de seguridad desalentadora, que era imposible. Bonatti tiene 80 - 81 años, y hace un tiempo decidió dejar de asistir a eventos relacionados con el mundo de la montaña. Pero ahí estaba, casi pisándome para poder pasar, con una sonrisa gigante. Fue el momento más emocionante desde que llegué a Chamonix. ¿Ver el Mont Blanc? Sí, muy bonito. ¿Las presentaciones de los escaladores? Sí, sí; muy interesante todo. Pero ver a Bonatti era algo que no pensé que viviría nunca en mi vida, y les juro que me sentí la persona más afortunada de la tierra por un par de segundos. Cuando se acabó la premiación y Bonatti bajaba del escenario, le pedí que se tomara una foto conmigo. Dudaba mucho si aceptaría o no, y tampoco quería incomodarlo. Pero este hombre es un santo, y con la misma sonrisa que siempre tiene me dijo que sí, que por supuesto. Le pedí a Alejandra que la tomara, y ya se imaginarán la calidad de foto que tomó con la súper cámara profesional. El recuerdo de haberlo conocido me tocará tenerlo en mi cabeza, porque la foto no puede ser peor. Sin embargo, al día siguiente la vida me dio la oportunidad de poder conversar con él y su esposa, y pedirle otra foto fue lo último que se me ocurrió. Haber conocido a quien, para mi gusto, es el mejor alpinista de todos los tiempos, fue una experiencia que siempre recordaré con mucho cariño y agradecimiento hacia la vida.


Walter Bonatti en la ceremonia de entrega del Piolet d'Or 2011
Volviendo a la noche de la entrega del premio, después de la MUY MEJORABLE foto con Bonatti, subí al escenario a hacer las fotos de rigor a los ganadores. La actitud de los escaladores fue muy amable. En este deporte, como en todas partes (supongo), uno se encuentra con unos idiotas de talla mundial, que han ido dejando la modestia y la humildad en cada cumbre que alcanzan, pero me sorprendió mucho ver la sencillez y amabilidad de los nominados de este año (seguro fue porque estaba con Alejandra). Los dos ganadores, justamente, tienen una firme intención de ir a Colombia a escalar las paredes del Cocuy. Los belgas sabían de ellas por algunos escaladores colombianos que habían conocido en Patagonia, y de motivar a los japoneses me encargué yo, y las fotos del Ritacuba Blanco. Después de las fotos, a "casa". Esa noche tenía que terminar (hacer) mi artículo, por lo menos uno de los que había prometido. Fuimos a comer algo, pero todo estaba cerrado. Dando vueltas entramos al bar donde estaban todos de fiesta (el único abierto), y ahí nos quedamos hasta las cuatro de la mañana. Hablamos la mayoría del tiempo con el periodista de The Alpinist, Keese Lane. Simon Anthamatten, alpinista suizo miembro del jurado, intentó sacar a bailar a Alejandra varias veces. Ella, que le importaba un carajo si era alpinista o ajedrecista, o si era bueno, muy bueno, o malo, le hizo los desplantes más evidentes y maleducados de la vida. Me preocupé un poco, pero no era grave; el tipo estaba un poco tomado. Pero después llegó Christian Trommsdorff, uno de los organizadores del evento, y otra vez la misma historia. Yo no sé si la pobre estaba asustada entre tanto tipo extraño que venía a conquistarla, pero yo ya me estaba haciendo a la idea de que no podría volver a asistir a los Piolets d'Or en mi vida. Al final todo fue baile y risas. Los belgas con su buena energía, todos los demás borrachos, Doug Scott sentado muy juicioso, la francesa que estaba enamorada de Colombia (o quizás de Alejandra también) y nos compraba cervezas. A las 4:30 me senté en mi cama, abrí el computador, y escribí dos párrafos. Los envié con tres o cuatro fotos, y me acosté a dormir casi a las 6:00 AM, muy muy muy cansado. El otro día es otra historia, un poco más corta, pero se las cuento en la "continuación" de este tratado, porque ya no lo aguantamos ni ustedes ni yo. Hasta la próxima.




lunes, 4 de abril de 2011

FANATISMO "MANU CHAU"

Con Picus en "El Rincón del Cielo" - Estación de esquí de Cerler (Valle de Benasque - España)

La gente piensa que yo vivo de vacaciones. Pero no, yo vivo preparándome cada día para ser mejor alpinista, mejor guía. Tengo que madrugar más que cuando estudiaba o trabajaba, invierto mucho más tiempo, dinero y energía, y hago muchos más sacrificios. Disfruto, sin duda, de la experiencia, pero pregúntenle a mi cuerpo si está disfrutando del "descanso". Algunos podemos escoger el estilo de vida que queremos, y yo he sido muy afortunado. Aunque bueno, también me doy vacaciones de vez en cuando.

Llegando a la parte alta de la pala - Sierra de Chía (España)

El jueves fuimos a la estación de esquí. Había nevado un poco durante los días anteriores, así que dedicamos el día a bajar por "fuera de pista". Lo siento por los que lo saben, pero me siento obligado a hacer las más mínimas aclaraciones para los que no tienen ni idea de lo que estoy hablando. En las estaciones hay "pistas" (como calles) que están señalizadas, cubiertas de ser necesario con nieve artificial, y "pisadas" por máquinas grandísimas que trabajan durante la noche para que las laderas de las montañas queden planas y uniformes como autopistas. Entre esas rutas "pisadas", hay bosques cubiertos de nieve por donde es posible bajar entre árboles, y zonas que se pintan de blanco sólo cuando las condiciones meteorológicas así lo quieren (ahí no participa la nieve artificial). Bajar por ahí, es bajar por "fuera de pista". La técnica es diferente, y tiene una mayor exigencia física, pero el disfrute es también mayor. Es como ir por una carretera destapada con un 4x4; hay más aventura y sensaciones "extremas". Además, uno puede voltear la cabeza cuando llega abajo y ver la línea que ha marcado con los esquís durante el descenso.


Cara norte de la Sierra de Chía (España)
Esquiamos por la pala del centro
Ese jueves ha sido el día que más kilómetros he esquiado en la estación (uno puede mirarlo en internet). Llegamos a primera hora de la mañana y nos fuimos a las 3:00pm con las piernas reventadas. Bajamos a Benasque a comer algo, y después a la roca a escalar. Fue un día muy interesante. El viernes subimos de nuevo a la estación, pero habremos esquiado la mitad que el día anterior. Después rocódromo en la escuela de montaña, y a la cama temprano porque al otro día bajaríamos la Pala de Chía.





Aproximación para iniciar el ascenso con esquís
Chía es el nombre de un pueblo en el Pirineo Aragonés, ubicado al sur de Benasque (el pueblo donde vivo). La cara norte de la Sierra de Chía la veo todos los días desde mi ventana. Es el sitio donde aparecen los primeros rayos de sol de la mañana, y como mis ventanas no tienen cortinas ni puertas de madera, pues ha resultado ser el despertador perfecto. Siempre había pensado que me encantaría bajarla con esquís, y cuando Naxo me lo propuso no lo dudé ni un segundo.




Superando a pié el tramo de la carretera bloqueado por el alud
Salimos de Benasque temprano, pero sin madrugar. Un alud (avalancha) nos impidió seguir avanzando con el carro, así que tuvimos que seguir andando por la carretera durante unos 20 o 30 minutos. Ahí nos pusimos los esquís y comenzamos el ascenso. En el artículo sobre el ascenso al Pico del Alba explicaba cómo funciona esto del esquí de travesía, así que esta vez me lo saltaré. Una subida relativamente corta, con mucho sol y buena nieve. Estábamos solos en la montaña, así que tuvimos una hoja en blanco para dibujar con nuestros esquís. Llegamos a la parte alta de la pala justo cuando las nubes estaban llegando del sur; ese día habían dado mal tiempo y por eso decidimos hacer una ruta de corta duración. Fotos, galletas, y para abajo. El descenso, aunque corto (siempre queremos que sea más largo), fue muy divertido. La nieve estaba en excelentes condiciones y nos dejó con ganas de más, así que mientras caminábamos de regreso al carro nos planteamos VOLVER A SUBIR Y BAJAR LA MONTAÑA. Naxo me miró con cara de "tienes que estar bromeando". Las nubes ya habían cubierto una parte de la sierra, y sin duda cubrirían la pala en poco tiempo, así que no era una muy buena opción. Esa mañana, además, habíamos alistado el material de escalada para ir a la roca en la tarde, así que decidimos seguir con el plan. 

Foto en la cumbre con una galleta en la boca, como para variar. "Rincón del Cielo" (estación de esquí de Cerler).


Entrenando en la estación de esquí
"¡¡Eres un fanático!! - Me encanta -", dijo Naxo cuando le propuse que fuéramos a subir la estación y después a escalar. Al llegar al carro decidimos ir a la estación de esquí, a seguir haciendo travesía. Ese día no cogimos un solo remonte (telesilla), sino que subimos más de 800 metros con los esquís, hasta un sitio conocido como "El Rincón del Cielo". Llovía y nevaba; el día era malísimo. En la estación de esquí, así haya mal tiempo, lo fines de semana hay cientos de personas, así que no es comparable en lo más mínimo con la ascensión de la mañana. Pero bueno, la intención era entrenar. Llegamos al "Rincón", fotos, galletas y para abajo. Mala nieve, poca visibilidad y mucho cansancio acumulado. Pero la temporada ya se va a acabar, y hay que exprimir el tiempo al máximo. Además, darse un poquito de palo siempre ayuda a fortalecer la mente y el cuerpo. Bajamos, una pasta, y al rocódromo (el día no permitió que fuéramos a la roca). Escalamos una hora, como mucho, y volvimos a casa. Esa noche queríamos salir a tomar algo, así que pensábamos tomar una pequeña siesta, un baño y a la calle. Yo me acosté a las 8:45pm, con la no muy firme intención de despertarme media hora después y alistarme para salir. A las 9:30pm miré el reloj, me di media vuelta y seguí durmiendo. Me desperté al otro día a las 10:00 am. Naxo, como se imaginarán, vivió una situación similar.



Entrenando en la Escuela
de montaña
Al otro día nos encontramos en la escuela, y escalamos un rato. El lunes subimos a pistas, y el martes estábamos haciendo travesía de nuevo. Y así seguimos, hasta ayer por la mañana, cuando después de subir el Aneto (el pico más alto de los Pirineos), en la mejor despedida posible, Naxo viajó de regreso a Valencia. Pero ésa es otra historia. Lo de estas semanas ha sido llenarnos de kilómetros sobre los esquís, de entrenar en el rocódromo incluso después del día más agotador, de hincharnos de galletas de chocolate y pasta, de Calamaro y de nieve. Lo de estas semanas ha sido fanatismo puro, de invierno, de primavera. Fanatismo "Manu Chau", como nos llamó un escalador un día cualquiera en el rocódromo de la escuela.

                                            Naxo ¡eres un fanático!