lunes, 5 de septiembre de 2011

Pico del Alba (3.118 msnm) - Ski Touring

Llegando a la base del corredor (acceso a la cresta final) - Foto: Naxo Mazarredo

"Voy a hacer el Pico del Alba con esquís el viernes, ¿tendré problemas?" - "Tranqui, que te he visto bajar por la estación y bajas de puta madre" - "Gracias, pero lo que me preocupa es subir" (hablando con Narci, dos días antes)




El esquí de travesía (ski touring) consiste en subir y bajar una montaña -hasta ahí nada diferente al alpinismo- CON ESQUÍS. El tema de descender una pendiente con dos tablas bajo los pies, aunque en un plano muy lejano, era conocido por mí desde hace años. Después tuve la suerte de practicarlo y familiarizarme con el asunto; pero subir una montaña con esos mismos aparatos ya era otra cosa, aún más lejana y menos conocida. Se colocan unas "pieles de foca" debajo de cada esquí (antes se utilizaba la piel animal, pero ahora se emplean otros materiales) para que las tablas no deslicen hacia abajo, y se retiran al llegar al punto más alto, donde después se iniciará el descenso.














¿Una barrita? - ¡Venga! (Descanso para comer)

AHORA VIENE UNA EXPLICACIÓN TEDIOSA. Si tiene poco tiempo y concentración, yo pasaría al siguiente párrafo :)

Las botas de travesía, más livianas y flexibles que las de esquí de pista, se enganchan a una fijación que permite levantar el talón, e incluso regular el punto máximo de descenso del mismo, con el fin de simular la menor pendiente en cada paso. Así, mientras se sube, se va cambiando la posición del apoyo del talón; más alto o más bajo, dependiendo de lo empinado que sea el camino. Entre más pendiente, más se levanta la fijación. Este gesto puede ser muy aburridor, y sobre todo demorado, así que muchas veces dejamos la fijación alta y nos aguantamos algunos pasos en "puntas de pié" durante las zonas planas. Ahorramos tiempo, pero las primeras veces las ampollas nos mortifican con ganas. Bueno, por lo menos a mí.


Ascenso por la pala del Alba - Foto: Naxo Mazarredo

Nacho me recogió a las 7:00 am en casa. Eso, en pleno invierno, es madrugar, y no se imaginan CUÁNTO ME GUSTA. Conducimos (bueno, condujo él, mientras yo estaba todavía tratando de despertarme) hasta los Llanos del Hospital (1.700 msnm), caminamos 10 metros (una de las aproximaciones más largas de mi vida) y nos pusimos los esquís. Empezamos el recorrido por una zona plana, donde el movimiento de los esquís es muy poco natural y cuesta acostumbrarse. Después comenzamos el ascenso, haciendo zetas (zig-zag) hasta llegar a la base del corredor de acceso a la cresta final. Quitarse los esquís, clavarlos en la nieve para que nos esperen mientras hacemos la cresta y bajamos, ponerse crampones, un poco más de abrigo, coger el piolet y para arriba.


Corredor de acceso a la cresta (Foto - Naxo M.)

Combinar el esquí con el alpinismo es una sensación maravillosa. Empezamos el corredor de acceso a la cresta, que no se veía tan empinado como realmente era, pero que no precisaba el uso de cuerda ni seguros. La calidad de la nieve marca una diferencia GIGANTE en la dificultad de un descenso con esquís o un tramo de montaña andando. Ese día la nieve estaba muy buena, así que subimos el corredor y remontamos la cresta, sumamente interesante por sus pasos delicados y su belleza estética, hasta llegar a la cumbre. El primer tramo, aunque muy vertical, no era muy largo, y la dureza de la nieve permitía asentar muy bien los piés y clavar los piolets, así que subimos sin problemas. Después la cresta, con sus pasos de roca, andando con mucho cuidado y con el aliento contenido ante el paisaje tan espectacular: Todos los Pirineos, España y Francia unidas/separadas por una línea invisible; una de esas líneas de las que los alpinistas no entendemos. Después la cumbre, una foto, un abrazo y para abajo. Siempre es más fácil subir que bajar por líneas verticales, o al menos muy pendientes. Así que de cara a la montaña, como quien baja escaleras de construcción, paso a paso hasta llegar a los esquís.

Naxo en la cumbre mirando la zona que después bajaríamos esquiando


Cuando llegamos nuevamente a la base del corredor, donde dejamos previamente los esquís enterrados en la nieve, retiramos las pieles (pieles de foca) y ajustamos las fijaciones para el descenso. Ahora viene, para muchos, lo más interesante del esquí de travesía: El descenso. Después de un tiempo es cierto que se despierta un gusto por el ascenso, pero bajar esquiando -quizás por lo corto que es el momento, en comparación al resto de la actividad- es la parte que despierta más expectativa. La nieve estaba buenísima ese día y estábamos completamente solos, así que no pudimos haberla disfrutado más. Bajamos la pala del Alba, pasando por los Tubos de Paderna (estrechos y con una pendiente considerable, y donde nos divertimos un rato después de un par de caídas) hasta llegar prácticamente a la puerta del coche. 

En la cumbre con Naxo - "Compañía de lujo" como diría él

A Naxo no le gusta que lo graben cuando esquía, ni que le tomen fotos. Dice que prefiere evitar cualquier evidencia de su bajo nivel (que no es bajo, pero así es él). Yo, en cambio, soy un presumido y me encantan los videos y las fotos. Al fin y al cabo, si no fuera así, no podría compartir estas experiencias con todos ustedes. O bueno, podría, pero no nos engañemos, los textos son una tortura; en cambio las fotos....


Naxo en la base del corredor de acceso a la cresta (cambiando esquís por crampones)

La temporada de esquí no se ha terminado, y Naxo cada día extiende su estadía en el valle. El 13 de abril me voy a Chamonix, pero mientras tanto quedan muchas jornadas de "trave" (esquí de travesía - Ski touring), muchos días en pistas, tardes de rocódromo y noches de computador para contarles lo que pasa en el Pirineo.